miércoles, 14 de diciembre de 2011

LAS TRES GRAGEAS

LAS TRES GRAGEAS 16 DE JUNIO DE 2011 El parque sombrío apenas se veía a través de las ventanas. Las cortinas tapaban algo la visión. Los vidrios empañados eran caminados por las gotas que caían sin parar. De pie mira. Es de noche. Vestido con su bata azul. Un pañuelo al tono luce en su cuello. Pantuflas abrigadas. Piyama a rayas. Tiene cincuenta años. Pelo prolijamente peinado. Corte perfecto. Solo tiene la barba del día. Adentro el calor de la calefacción envuelve el cuerpo y la mente sofoca la respiración y nubla los pensamientos. Su mirada queda clavada en la humedad formada en los cristales. Imágenes caprichosas simulan el fragor de una batalla. Una gota se desliza, y vencida por la gravedad cae en su mano derecha. La palpa. Percibe al tacto que no parece agua lo que hay allí. Con el índice y el pulgar juntos detecta algo más sólido. Las lleva a su nariz. Huele a metálico. Las palmas suavemente se posan sobre la lámina mojada. Traza círculos concéntricos. Desarma las figuras que se desprenden y se corporizan ante sus ojos. Se tapa la cara. No quiere ver. Vuelve a observar la oscuridad del parque. Una bruma en el frio invernal sube. Una nube que envuelve el arbolado. No se distinguen sombras de objetos. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -- - - - - - - -- - - Camina sobre la gramilla verde. Helada la tierra. Barro negro por doquier. Una campera verde lo cubre del frio de la mañana. Debajo una capucha del mismo color le atempera la gelidez facial. Su rostro ventiañero, moreno, de ojos saltones, sin bello. En su pueblo natal nunca ha sentido que el viento le corte su impulso vital. Llueve. Todo es bruma. Las trincheras están abiertas. Llevan tres meses en ese hueco inmundo, lleno de desechos humanos, fluidos y excrementos. Apenas pueden asomar sus cabezas. En la niebla resuenan los cañones y morteros. Lo único que posee es un fusil que no sirve y su casco aboyado. Lo demás son harapos. Han sido abandonados a su suerte y verdad. Las balas dibujan serpenteantes elipses siendo solo perceptibles por el ulular y chasquido cuando agujeran los cacharros para el mate cocido. Por los nubarrones que tapan el sol de la mañana, se entreveran destellos multicolores de los misiles que lanzan los aviones en la bahía. Miran azorados en sus vuelos rasantes por encima de sus humanidades silenciosas. Enfrente estalla en miles de pedazos plateados, grises, plomos, dorados la fragata que estaba por de encallar en la orilla. Semeja fuegos artificiales. Los ruidos son infernales. Se mezclan el rugir de los motores supersónicos, las explosiones en cadenas del buque. Humo negro y blanco que combinado en el torbellino de fragmentos de barcos, municiones, carne humana. Ahullidos de dolor de los hombres que se tiran al mar de fuego que arde por el líquido derramado. Lloran con su compañero. Yace en el piso enlodado del rectángulo de muerte, José, el pibe de la colimba, que venía de Corrientes junto a él. Su yelmo muestra el orificio de entrada. La sangre es un hilo que se pierde en la comisura de los dientes apretados. Se santiguan. Bajan del cielo las bombas que se abren en ramilletes de acero cortados que parten la carne y la pudren. Dejan huecos donde quedan varados los utilitarios que traen pertrechos. Es un infierno que ensordece el alma y enmudecen los gritos. Pasan las horas en ese enloquecedor escenario de mutilaciones, y de máquinas de la muerte y sin razón. Resuenan a los lejos las metrallas. Abrazados y tapados con una manta mojada y raída, esperan la rendición. Al final no se sabe quién ha ganado Los invade el silencio y el olor nauseabundo de los cadáveres desperdigados . - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - —¿Señor Gutierrez que hace parado allí? Le dice Emilia la chica de la noche. —Nada, solo observo hacia afuera. Recuerdos. —Emilia. ¿ Porqué no me revisas la cabeza? Me parece que tengo sangre. —No, es solo transpiración. Hace mucho calor aquí. Ya nos tenemos que ir a acostar. Vamos, le doy sus tres grageas y verá que mañana va a estar bien. —Bueno, ayudame a sacar los borseguíes, el uniforme, y el casquete. El capitán mañana nos quiere limpios, afeitados, y bañados a las seis de la mañana. ¡Ah! y no te olvides de poner el fusil en la funda, no vaya ser que se salga algún disparo. —Esta bien soldado Gutierrez mañana las Islas Malvinas lo estarán esperando para la defensa. MARIA ESTER CORREA

lunes, 12 de diciembre de 2011

ESCAPE:

ESCAPE: cuento de María Ester Correa ( técnica historias paralelas) Horacio había nacido en un pequeño pueblo del interior de Córdoba, en una familia de muchos hermanos. Calles de tierra, sin agua, y muy pobre. Su infancia estuvo trazada por las necesidades, lo cual le impidió estudiar. Ayudaba a su padre en la cosecha de alfalfa. Era un pequeño fuerte, que entrado en la adolescencia, le llamaban “ Horacio escopeta”, por sus puños cargados de potencia. Así es que, ya fuera por salir de pobre o del aburrimiento fue a parar al Club de Boxeo, donde comenzó a entrenar. Al poco tiempo conoce a Ana. La deja embarazada, obligando a iniciar una convivencia a las apuradas nomás. Alquilar un lugar donde vivir los tres. Fue moldeando su carácter blando, en fiero y luchador. La fireza desplegada en cada batalla hace que llegue a convertirse en un famoso púgil. Esta lo lleva a los mejores escenarios , con las consabidas fiestas, alcohol, mujeres, desenfreno. Hombre amoroso con Ana. La trata como niña. La colma de amor y ternura. Con los de afuera se muestra sanguinario, vengativo, y sin ningún tipo de sentimiento. Demuestra el dolor por las necesidades pasadas como le dice su entrenador: —Cuando vayas a pegar, acordate que no eras nadie. Que el patrón del campo no te pagaba y era un cabrón. De las noches miserables. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Roberto se crió en una familia de clase media. Su padre, camionero. Su mama es la de los domingos con pasta. Desde pequeño le enseña los secretos de conducir una máquina importante. Su sueño ser conductor de esas maquinas. Sentía que ese camión era la prolongación de su ser. Con él podía demostrar a cualquiera que caminara por la calle, que él tenía el poder. Eso representaba su virilidad, su fortaleza. A los doce años ya acompañaba a su papá en largos recorridos desde Buenos Aires, hasta los confines del sur, Chile o Brasil. Comienza a imitar la conducta. Lo dejaba solo, bajaba en todas las paradas, tomaba alcohol con otros camioneros. De noche se paraban cerca de hotelitos donde ya no lo veía. En otros casos lo dejaba encerrado en la caja del vehículo. Ebrio traía a mujeres con las que tenía sexo. El se hacía el dormido. Pensaba: (-mi papá engaña a mi mamá con estas prostitutas, yo le voy a contar). Se quedaba callado. A los dieciocho años, su mentor se jubila y le entrega el manejo del vehículo. Se sentía todo poderoso. —Pibe, es todo tuyo. Comenzó a repetir la historia. Salidas, grandes y largas rutas, mujeres, prostitutas, borracheras. En sus retornos conoce a Pelusa con la que se casa, sólo porque la deja de encargue como le dijo en oportunidad que ella le contó. No la quiere. Es más, siente odio por esa china que le ha quitado su libertad. Esconde un rencor hondo, que no sabe cómo explicar. Pelusa no tiene la culpa, mas en sus noches sin fin, se desquita con grandes palizas que ella aguanta con gran tezón. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Se encuentran en Paris. Allí contactan con su manager al dueño del Gran Hotel Le Premier, y a la mujer. Una rubia despampanante de ojos azules rasgados. Pintarrajeada de forma grosera. Es además el sponsor de la pelea que le dará el campeonato mundial del los welter junior. En el contrato leonino que firma, pone condiciones imposibles, y su bolsa es baja. (-De este tipo me voy a vengar)-Piensa. Penélope se le ha negado varias veces. Le ha llenado de regalos. Chocolates, flores, visones, brillantes. Al fin cae rendida a sus pies. Transcurre con prisa los días previos a la velada boxística, se la pasa de hotel en hotel en encuentros furtivos con esa mujer. Al otro día no se puede literalmente el cuerpo. No obstante llega a la pelea. Sabe que está perdidamente enamorada. Se desvela siempre diciéndole: —Moon a mi, ¿ cierto, no me dejaras? Si me dejas me mato. Me tiro de un balcón. ¡Si Volenté se entera de lo nuestro nos mata a los dos! El no la ama, es el juego del gato y el ratón. Ha urdido una venganza contra ese ladrón tacaño. La cobrará justo antes de terminar la contienda. ( Volonté, te vas a quedar sin mina, yo cobraré esa paga mugrosa, pero te voy quitar lo más preciado) pensaba. Llega la noche, ellos están sentados en el ring side. El cuadrilátero se convierte en una carnicería. Sangre por doquier. Cejas rotas. Golpes, caídas….. Van nueve round. El tipo no es un paquete. Le han puesto enfrente al “ destripador de Kiev”. Un armatoste Ucraniano. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Pelusa abre la puerta. Es Roberto. Está caído en la calle. Sangra por la boca. Lo trata de levantar. Ella es muy delgada, y un peso muerto es mucho para su fragilidad. La noche invernal es cerrada. Llueve. La tenue luz del farol de la esquina se balancea y bailotea de un lado a otro por la sudestada. Lo ingresa como puede. Resbala. Se levanta. Lo arrastra hasta la cama. Cura sus heridas. Vuela de fiebre. Dice: —¡Chiruza, mentirosa, ya vas a ver! Me habías prometido felicidad, me mandaste a dar una paliza. Se mueve nervioso, vuelve a dormir, nuevamente: —No te voy a perdonar. Te veo y te mato. No vas a vivir para contarlo... masculla afiebrado. Ella le pone paños fríos. Lo ama. No es para él. Se levanta. Está profundamente dormido. Deja una nota en el cajón de la mesa de luz. Se viste, peina, maquilla. No va a volver. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Penélope no aguanta más. Volonte ha descubierto el romance. El futuro con Roberto no existe. Sus momentos están contados. El corazón late muy fuerte. Escalofríos y la vez sofocos recorren su cuerpo. Huye espantada. En la esquina corre tras un taxi. Cruza sin ver. De la otra acera aparece un auto y la atropella. El conductor la deja en el suelo. La lluvia de la noche la deja cae por su rostro. Destiñe las pinturas, dibujan la mueca de la muerte. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Pelusa ha cruzado toda la ciudad. Quiere dejar de sufrir. Roberto no es mas de ella. Se acerca al paso nivel. A los lejos se escucha fuerte el tren y la luz atraviesa la noche. Las chicharras de las barreras hace veinte minutos que suenan sin parar. Pasa la formación. El traqueteo es insoportable. Decide volar hacia la libertad. Su cuerpo es solo una masa informe. MARIA ESTER CORREA 27 DE OCTUBRE DE 2011