sábado, 23 de abril de 2011

La Niña de Guatemala/Jose Marti/Poeta Cubano

La Niña de Guatemala

Quiero, a la sombra de un ala,
Contar este cuento en flor:
La niña de Guatemala,
La que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos,
Y las orlas de reseda
Y de jazmín: la enterramos
En una caja de seda.

...Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor:
El volvió, volvió casado:
Ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
Obispos y embajadores:
Detrás iba el pueblo en tandas,
Todo cargado de flores.

...Ella, por volverlo a ver,
Salió a verlo al mirador:
El volvió con su mujer:
Ella se murió de amor.

Como de bronce candente
Al beso de despedida
Era su frente ¡la frente
Que más he amado en mi vida!

...Se entró de tarde en el río,
La sacó muerta el doctor:
Dicen que murió de frío:
Yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
La pusieron en dos bancos:
Besé su mano afilada,
Besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,
Me llamó el enterrador:
¡Nunca más he vuelto a ver
A la que murió de amor!

viernes, 22 de abril de 2011

20 Frases Célebres sobre la Educación: PAULO FREIRE/FILOSOFO


20 Frases Célebres sobre la Educación:


1- Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho 2- Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado

3- Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos

4- Enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo

5- Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando

6- Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad

7- Enseñar exige saber escuchar

8- Nadie es, si se prohíbe que otros sean

9- La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación

10- No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión

11- Decir la palabra verdadera es transformar al mundo

12- Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa

13- El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación

14- El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas

15- Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos

16- Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre 17- La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados "ignorantes" son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una "cultura del silencio"

18- Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra

19- Defendemos el proceso revolucionario como una acción cultural dialogada conjuntamente con el acceso al poder en el esfuerzo serio y profundo de concientización

20- La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la HUMANIZACIÓN del hombre.

2

EL DIALOGO COMO ENCUENTRO DE LOS HOMBRES/PAULO FREIRE/FILOSOFO

El diálogo, como encuentro de los hombres para la tarea común de saber y actuar se rompe si sus polos (o uno de ellos) pierde la humildad.

¿Cómo puedo dialogar, si alieno la ignorancia, esto es, si la veo siempre en el otro, nunca en mí?

¿Cómo puedo dialogar, si me admito como un hombre diferente, virtuoso por herencia, frente a los otros, meros objetos en quienes no reconozco otros ‘yo’?

¿Cómo puedo dialogar, si me siento participante de un ‘ghetto’ de hombres puros, dueños de la verdad y del saber, para quien todos los que están fuera son ‘esa gente’ o son ‘nativos inferiores’?

¿Cómo puedo dialogar, si parto de que la pronunciación del mundo es tarea de hombres selectos y (Pág. 108) que la presencia de las masas en la historia es síntoma de su deterioro, el cual debo evitar?

¿Cómo puedo dialogar, si me cierro a la contribución de los otros, la cual jamás reconozco y hasta me siento ofendido con ella?

¿Cómo puedo dialogar, si temo la superación y si, sólo en pensar en ella, sufro y desfallezco?

La autosuficiencia es incompatible con el diálogo. Los hombres que carecen de humildad o aquellos que la pierden, no pueden aproximarse al pueblo. No pueden ser sus compañeros de pronunciación del mundo. Si alguien no es capaz de sentirse y saberse tan hombre como los otros, significa que le falta mucho que caminar para llegar al lugar de encuentro con ellos. En este lugar de encuentro, no hay ignorantes absolutos ni sabios absolutos: hay hombres que, en comunicación, buscan saber más”.

Paulo Freire - Filósofo

Silvina Ocampo: el libro del naufragio

Silvina Ocampo: el libro del naufragio

Con frecuencia solapada por su círculo familiar y de amigos escritores (su marido Bioy Casares, su hermana Victoria, su amigo Borges), u obviada como una autora menor, Silvina Ocampo se reafirma, a partir del rescate de relatos, poemas y piezas de teatro nunca publicados, como una de las figuras centrales de la literatura argentina. La reciente salida de la novela inédita "La promesa" es una oportunidad para recorrer sus libros y reencontrarse con su genialidad.

Marcos Zangrandi - Especial para Cultura Los Andes

Una mujer, cuyo nombre nunca se sabrá, cae al mar por un accidente absurdo: queriendo alcanzar un broche que cuelga de la punta de la bufanda, se resbala y va a parar al océano. Nadie la ve y nadie intenta buscarla.

Cuando se despierta, "medio atontada por el golpe", empieza a nadar y le promete a Santa Rita que, si sobrevive, escribirá un libro y lo terminará para su cumpleaños, aun con la dificultad de ser analfabeta. Este argumento inicial, alejado de cualquier pretensión realista, es el de la novela "La promesa" de Silvina Ocampo, que hasta hace pocas semanas se encontraba inédita.

Además se volvieron a publicar "Las repeticiones" e "Invenciones del recuerdo", que se suman a la recuperación en los últimos años de "Ejércitos de la oscuridad" y la nouvelle "La torre sin fin". Auspiciosa es la promesa -ya que de votos al cielo hablamos- de la editorial Lumen sobre la exhumación de más trabajos: "El espejo de fuego" (teatro), "Poesía inédita", "Textos dispersos".

Este embate de publicaciones póstumas es, en realidad, la culminación de un largo proceso que se inició luego de la muerte de la autora en 1993. Desde entonces, Ernesto Montequin, albacea de los herederos, se dedicó a revisar manuscritos y mecanografiados de la escritora y descubrió que había una gran cantidad de material que nunca había salido a la luz.

"La promesa" estaba entre esos papeles, una narración a la que la autora hizo referencia varias veces durante veinte años de trabajo. El texto tuvo algunos cambios, entre ellos, la separación de varios episodios que terminaron conformando el volumen "Los días de la noche", de 1970.

"Muchos de los personajes de ?La promesa' podrían integrar el universo de ?Los días de la noche' -señala sobre esta operación Judith Podlubne, docente de la Universidad Nacional de Rosario y especialista en Silvina Ocampo-  aunque también se sentirían cómodos en el de "Viaje olvidado" [1937] o el de "Cornelia frente al espejo [1988]".

Con extracciones y agregados, hacia 1989 Silvina se ocupó de completar y dejar manifiestamente cerrada la novela, que fue encontrada encarpetada y con el título en la portada. Un valioso hallazgo, si se tiene en cuenta que se trata de la narración más larga de Silvina, aun en la brevedad de sus 142 páginas.

Ortografía fantástica

Silvina Ocampo tenía una letra gigante y angulosa, como si hubiese preferido conservar de adulta el trazo garabateado de una niña que empieza a escribir. "Mi profesora de inglés me retaba porque gastaba mucho papel -le contó una vez a la crítica y escritora Noemí Ulla- Ella no entendía, porque mi ortografía era fantástica". La menor de seis hermanas, Silvina nació en el centro de Buenos Aires en 1903.

No fue a la escuela; una niña de la alta sociedad porteña tenía, como corresponde, maestras e institutrices de inglés, de francés, de español, de piano y también de catecismo, a quien no escuchaba porque pensaba que estaba en contra de sus propias creencias.

Adoraba los jardines, los campos, las estatuas, los animales; observaba fascinada el movimiento de las víboras y, con susto, el cruel destino que la naturaleza les deja a los machos de las arañas y los mamboretás.

Esa niñez, con sus miedos y sus nostalgias, permaneció en la obra de Silvina desde su primer libro de cuentos, "Viaje olvidado", de 1937, como una especie de "presente perpetuo", como lo ha descripto Montequin. Aspecto que puede observarse tanto en la aparición reiterada de niños en sus narraciones como

en la construcción atemorizante, fantástica y delirante -propia de la niñez y muy lejos de lo patético o de lo realista- que se impone en sus libros. Los niños de Silvina Ocampo nunca son ángeles (inaceptable en un mundo que ha pasado por el psicoanálisis) y en cambio aparecen desamparados, sucios o maliciosos.

En "La promesa", Gabriela, la hija desarrapada que espía a su madre, y el piojoso Gusano son ejemplos de los primeros. En cambio la escena de la barra de niños que atacan y acosan a Irene, encarnan la crueldad infantil, una crueldad que nunca llega al drama.

En esta categoría cabe cómodo un tal Remigio Luna, un niño de ocho años al que la narradora se refiere elípticamente: "Remigio no tenía familia. Yo era su familia. Un día me quiso violar".

Sueños, pesadillas y risas. Mientras nada en el mar, la narradora de "La promesa" recuerda a su vecina Zulma, una bailarina que a diario practicaba al son del piano, vigilada por una madrina gorda que la observaba tomando vino.

Un día no supo más de Zulma. Preguntó por ella y le dijeron que la bailarina perdió el peso para mantenerse apoyada en la tierra "de tanto hacer ejercicios como si volara". Pero también la madrina se marchó: "¿No viste que los globos vuelan?", le explican.

Entre lo hilarante y lo onírico, los mundos de Silvina son a la vez domésticos y fantásticos; los personajes, ingenuos y salvajes. El episodio de Zulma, por ejemplo, hace que el lector retorne con nostalgia hacia la lógica absurda y despiadada de los sueños.

Silvina Ocampo apelaba a la maquinaria onírica como forma de poner en ridículo a la realidad, quizá porque en los sueños la realidad no es dócil y su lógica está interrumpida. El efecto es humorístico.

En la novela ese humor abunda en las descripciones físicas; la esposa del modista tiene una "cara blanda y blanca como una informe miga de pan"; Rosina, la costurera, "tres papadas y un mechón de pelo blanco"; el anciano señor Arévalo, una "voz de mujer y cara de perro".

Con la misma gracia, en el poemario "Amarillo celeste", de 1972, Silvina calificó a la primavera de "inmunda" y, frente a las objeciones, incluso de su hermana Victoria, se defendió: "Cortás una flor y está llena de bichos, la llevás a tu cuarto y se te llena de hormigas. Además tiene demasiados adornos".

Lejos de cualquier acartonamiento, se complacía de las risas que provocaba. En una entrevista que María Moreno le hizo en 1975, la escritora contó: "Pepe Bianco me dijo ayer: 'Éramos cinco o seis personas, nos reíamos mucho leyendo algunos de tus cuentos'; '¿Pero les gustó?', le pregunté. Bianco se impacientó: 'Pero, ¿qué más querés?'. Me encantó. Si me hubieran dicho 'Lloramos leyendo algunos de tus cuentos' no me hubiera gustado".

Devociones

"Creo de mil maneras: en la reencarnación, en la divinidad -aseguraba Silvina, un poco en broma, un poco en serio- Creo en el perro, hasta en la rosa, en Santa Rita porque lleva un libro misterioso en la mano que nunca he podido leer".

Esa misma creencia en la santa de Cascia guía y le da voz a la narradora a lo largo de La promesa; el misterioso poder de la santa para resolver los imposibles es la única salvación para la mujer perdida en el mar.

No es un rasgo excepcional en la novela; la galería de personajes exhiben su piedad ante las figuras de los santos cristianos: la estampa del ángel Gabriel bajo un vidrio que guarda con celo la desdichada Irene, la estatua de Santa Lucía al que los enfermos de los ojos veneran, la Virgen pintada de verde que la familia de Livio Roca rodea de "flores de mala muerte o ramitos de hierbas".

A Silvina, como es evidente en la novela, le llamaban la atención los acuerdos que los creyentes hacían con el Cielo. Educada de niña en un estricto catolicismo, se negaba a repetir en las noches un Padrenuestro o un Avemaría; prefería inventar las oraciones, sobre todo porque esos ruegos le parecían insuficientes para conseguir beneficios: "pensaba que había que halagar un poco más a Dios, y lo adulaba. Al mismo tiempo me decía: bueno, ahora me va a conceder lo que le estoy pidiendo".

Escribir, recordar, nadar. ¿De qué se trata "La promesa", más allá de su argumento etéreo Silvina Ocampo la describió como una "novela fantasmagórica" y remarcó su dificultad para finalizarla, ya que el personaje recordaba más y más personajes mientras nadaba. ¿Pero por qué "fantasmagórica"? ¿Se trata acaso de una voz que narra después de la muerte o de una muerta que ignora su estado? ¿O tal vez se refería a ese espacio intermedio, entre el que vive y el que muere?

La novela traza finos (y múltiples) lazos entre la muerte, la escritura y la memoria. La mujer entiende que mientras evoque o mientras escriba el libro de su vida se mantendrá a flote (y quizá aquí se entienda el aspecto autobiográfico de la obra). Pero si en las primeras páginas guarda esperanzas sobre su salvación, con el correr de los recuerdos esa seguridad se fractura. Se dice: "Estoy mirando el mundo que se aleja, que me abandona (?) tengo miedo de perderme en este mar inmenso".

El miedo se transforma en disolución, metafóricamente, en el agua. Finalmente reconoce sin dramatismos que le queda poco tiempo. En los últimos y enigmáticos párrafos, la seguidilla de personajes que la atormentan se desvanece; al final aparecen vagos recuerdos de animales y de árboles.

No puede saberse mucho más. Una novela sobre el tránsito entre la vida y la muerte, sobre el puente entre la escritura y el recuerdo, no puede cerrarse, tiene un pie en cada orilla. Silvina Ocampo, por supuesto, le restaba importancia a un detalle como que la narración no tuviera cierre: "No me gusta la convención de las cosas -le apuntó a Noemí Ulla-, que una novela tenga final, por ejemplo".

martes, 12 de abril de 2011

PATRIA ( LEOPOLDO DIAZ)

PATRIA



Patria es la tierra donde se ha sufrido,
patria es la tierra donde se ha soñado,
patria es la tierra donde se ha luchado,
patria es la tierra donde se ha nacido.

Patria es la selva, en el oscuro nido,
la cruz del cementerio abandonado,
la voz de los clarines que ha rasgado
con su flecha de bronce nuestro oído.

Patria es la errante barca del marino
que en el enorme piélago sonoro
deja una blanca estela en su camino.

Y patria es el airón de la bandera,
que ciñe con relámpagos de oros
el sol, como una virgen caballera.

Las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio" Eduardo Galeano:

Las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio"
Eduardo Galeano:

 "La función social, el arte de un escritor... y las palabras mejores que el silencio".
Entrevista publicada en el diario El Mundo, de Perú, el 19/11/94.
El mío ha sido un largo camino hacia el desnudamiento de la palabra: desde las primeras tentativas de escribir, cuando era jovencito en una prosa abigarrada, llena de palabras que hoy me da vergüenza, hasta llegar a un lenguaje que yo quisiera que fuera cada vez más claro, sencillo, y por lo tanto más complejo, porque la sencillez es la hija de una complejidad de creación que no se nota ni tiene que notarse.
Uno siente primero que el trabajo intelectual consiste en hacer complejo lo simple, y después uno descubre que el trabajo intelectual consiste en hacer simple lo complejo. Y un caso de simplificación no es una tarea de embobamiento, no se trata de simplificar para rebajar de nivel intelectual, ni para negar la complejidad de la vida y de la literatura como expresión de la vida.
Por el contrario, se trata de lograr un lenguaje que sea capaz de transmitir electricidad de vida suprimiendo todo lo que no sea digno de existencia.
Para mí siempre ha sido fundamental la lección del maestro Juan Carlos Onetti, un gran escritor uruguayo muerto hace poco, que me guió los primeros pasos. Siempre me decía: "Vos acordate aquello que decían los chinos (yo creo que los chinos no decían eso, pero el viejo se lo había inventado para darle prestigio a lo que decía); las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio". Entonces cuando escribo me voy preguntando: ¿estas palabras son mejores que el silencio?, ¿merecen existir realmente? . 

 Hago una versión, dos o tres, quince, veinte versiones, cada vez más cortas, más apretadas: edición corregida y disminuida.
Inflación palabraria.
 El problema de la inflación monetaria en América Latina es muy grave, pero la inflación palabraria es tan grave como la monetaria o peor; hay un exceso de circulante atroz. Algunos países han tenido éxito en la lucha contra la inflación monetaria pero la inflación palabraria sigue ahí, tan campante. Lo que me gustaría, modestamente, es ayudar un poquito a esa lucha contra la inflación palabraria. O sea, poder ir desnudando el lenguaje. Es el resultado de un gran esfuerzo, y no concluido, porque nace cada vez: a mí me cuesta escribir ahora tanto como cuando tenía 15 o 16 años y lloraba ante la hoja de papel en blanco porque no podía.
¿Función social?.

La literatura tiene siempre una función, aunque no sepa que la tiene, y aunque no quiera tenerla. A mí me hacen gracia los escritores que dicen que la literatura no tiene ninguna función social. A partir del momento que alguien escribe y publica está realizando una función social, porque se publica para otros. Si no, es bastante simple: yo escribo en un sobre y lo mando a mi propia casa, pongo "Cartas de amor a mí mismo" y me emociono al recibirlas. Pero es un círculo masturbatorio (no quiero hablar mal de la masturbación, tiene sus ventajas, pero el amor es mejor porque se conoce gente, como decía el viejo chiste).
Es imposible imaginar una literatura que no cumpla una función social. A veces la cumple, y es jodido, en un sentido adormecedor, a veces es una literatura del fatalismo, de la resignación, que te invita a aceptar la realidad en lugar de cambiarla, pero a veces es una literatura reveladora, reveladora de las mil y una caras escondidas de una realidad que es siempre más deslumbrante de lo que uno suponía. Por otro lado me parece que lo de la literatura social es una redundancia porque toda literatura es social. Muchas veces una buena novela de amor es más reveladora y ayuda más a la gente a saber quién es, de dónde viene y a dónde puede llegar, que una mala novela de huelgas.
No comparto el criterio de una literatura política que además, en general, es aburridísima.

POEMA JUVENTUD DIVINO TESORO DE RUBEN DARIO Juventud Divino Tesoro - Poema a la Juventud

POEMA JUVENTUD DIVINO TESORO DE RUBEN DARIO 
Juventud Divino Tesoro - Poema a la Juventud
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña,
en este mundo de duelo y de aflicción.

Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura

hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.

Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,

Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,

con sus dientes el corazón.

Poniendo en un amor de exceso

la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;

y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.

¡Y las demás! En tantos
climas, en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa

que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas a pesar del tiempo
terco, mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco a los
rosales del jardín...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

lunes, 11 de abril de 2011

MUJER ( JOHN LENNON)


MUJER

Mujer, difícilmente
puedo expresar
Mis emociones mezcladas
y mi pensamiento
Después de todo,
te estaré por siempre en deuda
Y mujer,
intentaré expresar
Mis sentimientos internos
y mi agradecimiento
Por mostrarme
el significado del éxito

Ooh, bien, bien
Doo, doo, doo, doo, doo
Ooh, bien, bien
Doo, doo, doo, doo, doo

Mujer,
sé que entiendes
El pequeño niño
dentro de un hombre
Por favor recuerda mi vida
está en tus manos
Y mujer mantenme
junto a tu corazón
Sin embargo la distancia
no nos mantiene separados
Después de todo está
escrito en las estrellas

Ooh, bien, bien
Doo, doo, doo, doo, doo
Ooh, bien, bien
Doo, doo, doo, doo, doo
Bien

Mujer por favor
déjame explicar
Nunca quise
causarte pena o dolor
Pues déjame una
y otra y una
y otra vez decirte

Te amo, si, si
Ahora y por siempre
Te amo, si, si
Ahora y por siempre
Te amo, si, si
Ahora y por siempre
Te amo, si, si

IMAGINA ( JOHN LENNON)


IMAGINA ( JOHN LENNON)

Imagina que no hay paraíso,
Es fácil si lo intentas,
Ningún infierno debajo de nosotros,
Arriba de nosotros, solamente cielo,
Imagina a toda la gente
Viviendo al día...

Imagina que no hay países,
No es difícil hacerlo,
Nada por lo que matar o morir,
Ni religiones tampoco,
Imagina a toda la gente
Viviendo la pida en paz

Imagina que no hay posesiones,
Me pregunto si puedes,
Ninguna necesidad de codicia o hambre,
Una hermandad del hombre,
Imagina a toda la gente
Compartiendo todo el mundo...

Tu puedes decir que soy un soñador,
Pero no soy el único,
Espero que algún día te nos unas,
Y el mundo vivirá como uno solo.

Tengo un sueño ( MARTHIN LUTHER KING)


Tengo un sueño, un solo
sueño, seguir soñando.
Soñar con la libertad, soñar
con la justicia, soñar con la
igualdad y ojalá!!... ya no
tuviera necesidad de soñarlas.

Soñar a mis hijos, grandes,
sanos, felices, volando
con sus alas,
sin olvidar nunca el nido.

Soñar con el amor con
amar y ser amado
dando todo sin medirlo
recibiendo todo sin pedirlo.

Soñar con la paz en el mundo,
en mi país... en mi mismo,
y quién sabe cuál es
más difícil de alcanzar.

Soñar que mis cabellos
que ralean y se blanquean
no impidan que mi mente
y mi corazón sigan jóvenes,
y se animen a la aventura,
sigan niños y conserven la
capacidad de jugar.

Soñar que tendré la fuerza,
la voluntad y el coraje
para ayudar a concretar mis
sueños en lugar de pedir por
milagros que no merecería.

Soñar que cuando llegue al
final podré decir
que viví soñando y que
mi vida fue un sueño soñado
en una larga y plácida noche
de la eternidad.

                                         Martin Luther King

Federico García Lorca... Medio pan y un libro


Federico García Lorca... Medio pan y un libro


Medio pan y un libro. Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.
"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.
Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.
No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.
Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras.
Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia , alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

La Pobreza como delito. ( EDUARDO GALIANO-URUGUAYO)

La Pobreza como delito. ( EDUARDO GALIANO-URUGUAYO)




Muchos antes de que los niños ricos dejen de ser niños y descubran las drogas caras que aturden la soledad y enmascaran el miedo, ya los niños pobres están aspirando pegamento. Mientras los niños ricos juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo acribillan a los niños de la calle. Algunos expertos llaman "niños de escasos recursos" a los que disputan la basura con los buitres en los suburbios de las ciudades. Según las estadísticas, hay setenta millones de niños en estado de pobreza absoluta, y cada vez hay más, en esta América Latina que fabrica pobres y prohíbe la pobreza. Entre todos los rehenes del sistema, ellos son los que peor la pasan. La sociedad los exprime, los vigila, los castiga, a veces los mata: casi nunca los escucha, jamás los comprende.
Nacen con las raíces al aire. Muchos de ellos son hijos de familias campesinas, que han sido brutalmente arrancadas de la tierra y se han desintegrado en la ciudad. Entre la cuna y la sepultura, el hambre o las balas abrevian el viaje. De cada dos niños pobres, uno trabaja, deslomándose a cambio de la comida o poco más: vende chucherías en las calles, es la mano de obra gratuita de los talleres y las cantinas familiares, es la mano de obra más barata de las industrias de exportación, que fabrican zapatillas o camisas para las grandes tiendas del mundo. ¿Y el otro? De cada dos niños pobres, uno sobra. El mercado no lo necesita. No es rentable, ni lo será jamás. Y quien no es rentable, ya se sabe, no tiene derecho a la existencia. El mismo sistema productivo que desprecia a los viejos, expulsa a los niños. Los expulsa, y les teme. Desde el punto de vista del sistema, la vejez es un fracaso, pero la infancia es un peligro.
En muchos países latinoamericanos, la hegemonía del mercado está rompiendo los lazos de solidaridad y está haciendo trizas el tejido social comunitario. ¿Qué destino tienen los dueños de nada en países donde el derecho de propiedad se está convirtiendo en el único derecho sagrado? Los niños pobres son los que más ferozmente sufren la contradicción entre una cultura que manda consumir y una realidad que lo prohíbe. El hambre los obliga a robar o a prostituirse; pero también los obliga la sociedad de consumo, que los insulta ofreciendo lo que niega. Y ellos se vengan lanzándose al asalto. En las calles de las grandes ciudades, se forman bandas de desesperados unidos por la muerte que acecha. Según la organización Human Rights Watch, los grupos parapoliciales matan seis niños por día en Colombia y cuatro por día en Brasil. ¿Y ellas? Hay medio millón de niñas brasileñas que venden el cuerpo, casi tantas como en la India, y en la República Dominicana la próspera industria del turismo ofrece subastas de niñas vírgenes.

Eduardo Galeano.
[Image]


"Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo.
Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal,
me dicen que soy un comunista."

Hélder Câmara.- 

La Pobreza como delito. ( EDUARDO GALIANO-URUGUAYO)


La Pobreza como delito.
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Muchos antes de que los niños ricos dejen de ser niños y descubran las drogas caras que aturden la soledad y enmascaran el miedo, ya los niños pobres están aspirando pegamento. Mientras los niños ricos juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo acribillan a los niños de la calle. Algunos expertos llaman "niños de escasos recursos" a los que disputan la basura con los buitres en los suburbios de las ciudades. Según las estadísticas, hay setenta millones de niños en estado de pobreza absoluta, y cada vez hay más, en esta América Latina que fabrica pobres y prohíbe la pobreza. Entre todos los rehenes del sistema, ellos son los que peor la pasan. La sociedad los exprime, los vigila, los castiga, a veces los mata: casi nunca los escucha, jamás los comprende.
Nacen con las raíces al aire. Muchos de ellos son hijos de familias campesinas, que han sido brutalmente arrancadas de la tierra y se han desintegrado en la ciudad. Entre la cuna y la sepultura, el hambre o las balas abrevian el viaje. De cada dos niños pobres, uno trabaja, deslomándose a cambio de la comida o poco más: vende chucherías en las calles, es la mano de obra gratuita de los talleres y las cantinas familiares, es la mano de obra más barata de las industrias de exportación, que fabrican zapatillas o camisas para las grandes tiendas del mundo. ¿Y el otro? De cada dos niños pobres, uno sobra. El mercado no lo necesita. No es rentable, ni lo será jamás. Y quien no es rentable, ya se sabe, no tiene derecho a la existencia. El mismo sistema productivo que desprecia a los viejos, expulsa a los niños. Los expulsa, y les teme. Desde el punto de vista del sistema, la vejez es un fracaso, pero la infancia es un peligro.
En muchos países latinoamericanos, la hegemonía del mercado está rompiendo los lazos de solidaridad y está haciendo trizas el tejido social comunitario. ¿Qué destino tienen los dueños de nada en países donde el derecho de propiedad se está convirtiendo en el único derecho sagrado? Los niños pobres son los que más ferozmente sufren la contradicción entre una cultura que manda consumir y una realidad que lo prohíbe. El hambre los obliga a robar o a prostituirse; pero también los obliga la sociedad de consumo, que los insulta ofreciendo lo que niega. Y ellos se vengan lanzándose al asalto. En las calles de las grandes ciudades, se forman bandas de desesperados unidos por la muerte que acecha. Según la organización Human Rights Watch, los grupos parapoliciales matan seis niños por día en Colombia y cuatro por día en Brasil. ¿Y ellas? Hay medio millón de niñas brasileñas que venden el cuerpo, casi tantas como en la India, y en la República Dominicana la próspera industria del turismo ofrece subastas de niñas vírgenes.

Eduardo Galeano.



"Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo.
Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal,
me dicen que soy un comunista."

Hélder Câmara.- 

domingo, 10 de abril de 2011

POEMA ESPAÑA EN MARCHA-GABRIEL ZELAYA

Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.
De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.
¡A la calle! que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.
Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.
Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.
Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.
No quiero justificarte
como haría un leguleyo,
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.
España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.

sábado, 9 de abril de 2011

SANTOS SANTOS: ( CUENTO MARIA ESTER)

SANTOS:  SANTO:

         Las famosas montoneras eran agrupaciones de civiles, que se dedicaron a asolar las ciudades de Chile, parte de Argentina, en las provincias de Neuquén, Mendoza, San Luis, La Pampa, e incluso llegaron a Carmen de Patagones, sur de Buenos Aires.
         Nacieron en Chile, en defensa del derrotado ejército español,  luego de las victorias de los criollos con los libertadores, San Martín y O Higgins.
         Mantuvieron en vilo a los pequeños poblados a un lado y otro de la Cordillera de los Andes. Pasando cuando así lo requiera por los pasadizos, conocidos en las alturas de las montañas, de Neuquén y el Sur de Mendoza.
         Hubo una de esas montoneras muy conocida llamada Los Pincheira. Estos eran una familia de cuatro hermanos, jóvenes, y dos hermanas mujeres, que vivían en la hacienda donde su padre era el capataz.
         Estamos hablando del año 1820, en las alturas del Chillan, Chile y de los cuatro hermanos varones,  Antonio, Santos, Pablo y José Antonio, sus hermanas Rosario y Teresa Pincheira.
         Vivieron en el campo del terrateniente Manuel Vallejos, cuyas propiedades se extendían hasta los bosques de Epulafquen, hasta que eligieron el camino del crimen, asesinato, asaltos,  robo de cuativas, y de ganado.
         Eran hombres rudos, altos, de cabellos renegridos, rostros fuertes, barbudos, ojos oscuros, miradas profundas, cejas pobladas. Delgados. Apolineos.
         Sus hermanas al igual que estos,  eran fuertes, y  muy bellas. Utilizaban su hermosura con el fin de obtener todos los beneficios para el pillaje. Ellas también eran aguerridas. No le temían a nada. Cabalgaban con sombrero alado, faldas largas, y blusas donde se veían sus senos. En una mano las riendas, y en la otra,  las armas. Sus cabellos negros apenas atados con un lazo.
         Todos portaban armas sin ningún tipo de resquemor. Mataban a sangre fría, eran crueles.  
         Bandoleros. Habían hecho su fortuna a base del delito.
         Tenían un ejército de hombres que eran acólitos. Defendían lo que ellos llamaban la lucha por la defensa del Rey. Nada más que una excusa para hacerse de bienes, y de fortunas en base al atraco.         
         Acordaron protegerse entre ellos y los pehuenches. Indígenas habitantes del sur de Mendoza. Acuerdos de sangre y guerra. Repartija de actos de pillaje y raterío.
         Así desvastaron durante 20 años los parajes donde habitaban llegando a las pampas. Allí con la fuerza gobernaba Don Juan Manuel de Rosas, que a la postre y luego de batallas e incursiones hacia Chile, logró su aniquilamiento.
         Asentaron sus reales en el bosque de Epulafquen y comenzaron sus correrías. Todas con mucho existo, lo que llevó a toda las gentes de inmensas regiones, a tenerles miedo, e incluso huir despavoridos cuando llegaban.
         Usaban  cuevas en las montañas de Malargüe a la orillas de los ríos. Se escondían, guardaban sus tesoros, y luego partían por los desfiladeros y las hondanadas que hacen los cerros. Todo esto sucedía en famosas formaciones rocosas. Los Castillos de Pincheira en la localidad del sur mendocino.
         Pero esto solo sirve para destacar y contar la historia de Santos Pincheira que llegara a mis oídos, y que paso a relatarles:

          
         Los hermanos se iban sucediendo en el mando, una vez que alguno caía. Los ataques eran planificados en forma minuciosa,  con una anterioridad en meses. Estos se hacían con la rapidez de la guerrilla montonera. Veloces. Tipo relámpago. Atropel. Destruían todo lo que había dejando la aldea incendiada. Decenas de muertos quedaban luego de estas invasiones.
         Es así que en 1823 Manuel Turro, fiel seguidor de los Pincheira es atrapado, y revela la ubicación de los principales refugios de la banda. Sus fuerzas. Pasadizos. Sus secretos tácticos.  Como por ejemplo el código de golpes de hacha en los troncos del bosque para comunicarse de los peligros que los acechaban.
         Les revela a las fuerzas del gobierno patrio que Antonio dormía todas las noches en lugares distintos. Lo mismo hacía con las riquezas de la banda, cambiándolo de lugar.
         Antonio cae sobre el pueblo gobernado por Sotomayor. Se lleva como botín a los más bellas jóvenes del poblado. Entre ellas va  Clara la hija del gobernador asesinado.
         La orda en su huida es sorprendida por el capitán Astete, quien con un certero disparo de carabina mata a Antonio. Lo Sucede Santos.  
         Era el tercer hermano. A pesar de su parte sanguinaria, asesina. Tiene un corazón lleno de bondad y amor.
         Cuenta la leyenda que cuando se hace cargo de la familia, conoce a Clara. Se enamora perdidamente.
         Le atrajo su cabellera larga, aceitosa, bien peinada. La blancura de su piel. Sus ojos saltones, entre verdes y marrones. Sus cejas pobladas enarcando el bello rostro.
         Su delgadez extrema, la convierte en ser frágil que requiere de cuidado. Tenía una cintura que era apretada con dulzura por las callosas manos de su amante.
         Al principio ella desconfiaba. Tenía fama bien ganada, la embargaba el miedo, pero su trato amable, y tierno la cautivó.
         Se terminaron enamorando, a pesar de las distancias sociales. Ella la hija de un gobernador patrio. El, un delincuente, ladrón  sanguinario, sin corazón, y realista. Pero el amor pudo más.
         Clara había domado con su dulce voz, el indómito carácter díscolo de Santos.
         Vivian juntos en el poblado. Por meses compartieron la vida casi familiar. Comidas, juegos, paseos de la mano, ternura, pasión, lujuria..... se amaban sin tapujos.
         La llenaba de regalos, flores, perfumes, vestidos, puntillas,  ,mantillones, abanicos, joyas.... era un reina para él.
         Se había convertido en ser humano.
         Sus conversaciones versaban por el destino de la pareja.
         Ella le decía suavemente:
         ­_Amor no robes más. No mates. ¡Tú eres un hombre bueno!
         El contestaba con dulzura:_ por ti todo, amor. Por ti dejo todo- La besaba.
         Habían armado un refugio para su hogar.
         Era Matancilla, en Varvarco, Chile. Escondidos. Protegidos.-
         Pasado unos meses, y ya sintiendo el pueblo la necesidad de comida, él comienza a pensar nuevamente en salir a las andadas.
         —Soy el jefe. Decía en forma bravía.  
         —El pueblo tiene hambre. Dice lacónicamente:
         —Mi pueblo me solicita. No puedo quedarme quieto. Le habla al oído a su amada.  
—Sabes, que yo robo, pero reparto entre mis paisanos. Ellos me ayudan. Yo les doy porque ellos dependen de mi.
         —Tú has logrado eso. Que la gente me considere su benefactor. ¡Yo no puedo defraudarlos! Se lamentaba.
         —¿Te amo! Ellos me piden porque están sufriendo necesidades. Si yo no salgo en búsca de algo, ellos me mandaran a matar.
         Esa noche apasionadamente se despiden, aunque ninguno de los dos lo dice.
         A la madrugada se apea de la cama en forma ezcurridiza. Se pone en forma rápida pero sigilosa sus pantalones de montar. Su camisa.- El poncho colorido. El cinturón ancho de cuero. Sus botas altas, color marrón. Las espuelas. Se calza el sombrero. Lo ajusta a su mentón con barba de varios días. Pone su cuchillo en la cintura. Saca las carabinas escondidas bajo la cama. Le da un tierno beso en la frente.......Se pierde en la noche. Solo se escucha la cascos de los caballos irse a lo lejos.  
         Lo esperan 200 hombres bien preparados para el ataque.
         Marchan al galope. Entran como malón. Destruyen todo a su paso. Roban, matan, dejan muertos y moribundos que se quejan. No queda nada en pie. Al final de la tropelías incendian toda la ciudad. Desalodora imagen del terror. Humo y animales sueltos hambrientos.
         Al salir son sorprendidos por las huestes del gobernador Sotomayor,  asesinado por su hermano Antonio.
         En la huida se mete con su caballo en el cruce del río de los Sauces. La correntada es fuerte. Lo arrastra. No se puede amarrar al caballo. Primero es arrastrado el equino, quedando a la deriva.-
         Los que lo acompañaban se pierden en la oscuridad profunda. Lo dejan a su suerte y verdad . Solo un hombre que quedó vivo del asalto, lo ve como se hunde. Oye sus gritos desgarradores.
         —¡Que alguien me ayude. Me estoy ahogando! Retumban sus alaridos en la cañadón.
         El hombre observa. No lo ayuda. Piensa: (que muera el salvaje, que se ahogue el hijo del diablo).
         Escucha algo mas, que le causa dolor al oírlo:
         —¡Clara sabes que te amo. Que no te olvidaré jamás!
         Silencio. Ya no oye nada. Uno de esos innombrables  ha muerto.

         El destino de Santos había quedado en la memoria de esos pueblos, como el protector de los campesinos.
         Cuento esta historia, porque me llamó la atención que a la vera del camino por Chillan y varios pueblitos de Chile hay capillitas. No se de que se trata. Me imagino de altares para gente que tiene el infortunio de morir en un accidente de tránsito.
          Detengo mi auto. Me pongo en cuclillas. Veo que en el fondo esta la imagen de Santos Pincheira. Su nombre en una cruz negra se halla escrito con pintura.  
         Su fama de bondad entre los humildes duró muchos años. Aún hoy se lo venera, como Santos Pincheira.
 MARIA ESTER CORREA