sábado, 9 de abril de 2011

LA CASA DEL ESPANTO: ( CUENTO DE TERRO PURO-MARIA ESTER)

LA CASA DEL ESPANTO:

                   Cuando llegamos al barrio, allá por el 71 las casitas se fueron llenando poco a poco.
                   Una de ellas había sido ocupada por muy poco tiempo por una familia de muchos pequeños, y su madre.
                   Ella era costurera. Separada decían las malas lenguas. Que tenía poca ayuda  de su anterior marido.
                   Un día el mas chiquito de sus hijos, jugando en la cocina se le cae y aplasta su cabeza. La muerte se produce en forma instantánea.
                   Este cruel episodio la convirtió en un ser fantasmal. Vivía vestida de blanco, los pelos revueltos pintados de colores extraños. Transparente su piel, lánguida, maquillaje corrido de tanto llorar. Dientes que semejaban colmillos gigantes. Manos largas de uñas fiolosas.
                   ¡Parecía un espectro.!
                   Al poco tiempo se fueron como vinieron. Casi sin ninguna relación con el vecindario. 
                   Esa vivienda nunca más fue ocupada por nadie.
                   Nosotros que éramos niños le teníamos miedo. Le llamábamos “la casa del espanto”.
                   Los vidrios no habían sido tapados con diarios, lo que facilitaba espiar hacia adentro.
                   El fondo era un yuyal que se extendía hasta afuera. No tenía portón. Estaba infectado de ratas y todo tipo de alimañas.
                    De día no nos causaba tanto pavor.
                   De noche no sucedía lo mismo. Pasábamos lo más lejos posible y en grupo.
                   Las sobras del patio se nos antojaban mutantes que salían de la tierra en búsqueda de comer carne de cementerio.
                   Los murciélagos. Las aves nocturnas con sus vuelos rasantes volvían tenebrosa toda esa atmósfera.
                   Una noche de bruma, fría, pegajosa por una llovizna invernal, ocurrió algo inexplicable que nos llenó de terror .Nos marcó para el resto de nuestras vidas.
                   Había tormenta en el cielo.
                   La luna apenas asomaba con tenues rayos. La oscuridad era casi total. Las luces de la calle distantes bailoteaban al son del viento.
                   Escuchamos llantos desgarradores de un niño y un grito de lujuria  desde dentro irrumpió en forma inesperada.
                   Justo un relámpago y un rayo iluminaron con destellos plateados el lugar.  
                   Eramos cuatro. Nos agarramos las manos. Quedamos tiesos. No podíamos  articular palabra. Nuestros ojos, nuestras facciones eran muecas espantosas.
                   Vimos a través  de la ventana que una señora se estaba comiendo un niño.
                   No lo podíamos creer. Pero no podíamos movernos del espanto.
                   Al vernos mostró su rostro de ojos inyectados en púrpura. Los cabellos azules. Sus dientes llenos de una baba viscosa que le caía por la comisura de sus labios convirtió esa escena en una imagen demoníaca.
                   Reía y gritaba a la vez en una orgía de placer. Golpeaba el cuerpecito de la criatura contra una cocina. Lo despedazaba. Le chupaba la sangre que saltaba a borbotones.
                   Su camisón salpicado de sangre, pelos arrancados. Pedazos del niño pegados en su cara, en sus dientes, en sus manos.  
                   Corrimos despavoridos.
                   Al otro día nos enteramos que un pequeño había desaparecido del barrio....
                                     
                                      MARIA ESTER CORREA

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